16.11.11

Equinocio




La Nueva España, 24 de septiembre de 2011

El día en que la luz igualó a la tiniebla

Asturias vivió ayer el equinoccio de otoño, una de las dos jornadas del año en las que el sol sale y se pone exactamente por el este y el oeste geográficos.


Oviedo / Valencia

M. J. IGLESIAS / R. MONTANER

Aunque los niños aprenden que el sol siempre amanece por el este y se acuesta por el oeste, ese fenómeno solo ocurre con máxima precisión dos veces al año. Una de ellas tuvo lugar ayer, jornada del equinoccio de otoño. La otra sucede en el equinoccio de primavera. Sólo entonces el astro rey sale y se pone exactamente por el este y el oeste geográficos. Así lo explica Luigi Toffolatti, profesor del área de astronomía y astrofísica del departamento de Física de la Universidad de Oviedo.

Toffolatti añade que lo que ocurrió ayer y volverá a suceder en marzo, cuando entre la primavera, es que los dos polos de la Tierra se encuentran a igual distancia del sol y la luz cae por igual en ambos hemisferios.

Durante los equinoccios, el sol está sobre el ecuador celeste, el círculo que cruza el cielo pasando por el este y el oeste. Como el ecuador celeste divide el horizonte en dos mitades iguales, la noche y el día duran lo mismo: 12 horas justas. Un sencillo experimento para ver el «camino» del sol durante los equinoccios es clavar un palo recto en tierra e ir marcando en el suelo el extremo de la sombra cada 15 minutos. Cuando se unen estos puntos habremos obtenido una línea recta perfecta que marca la dirección este-oeste.

Dicha recta o línea equinoccial no se da el resto de días, en los que el resultado es una curva. Por eso ayer, durante este día de las sombras rectas, a las 11 horas y 5 minutos, cuando el sol cruzó el ecuador celeste en dirección hacia el sur, entró oficialmente el otoño en el hemisferio Norte, mientras que en el hemisferio Sur estrenaron la primavera.

A partir de ahora, según Toffolatti, el sol «saldrá y se pondrá cada vez más hacia el sur, por lo que al hacer un recorrido más corto disminuirán las horas de luz hasta que llegue el solsticio de invierno, el 22 de diciembre, el día más corto del año». Entonces, el «camino» del sol volverá a ascender en latitud, aumentando las horas de luz cada vez más rápidamente.

El refranero popular asturiano explica con sencillos ejemplos estos fenómenos desde hace siglos: «Per Santa Llucía, mengua la nueche y crez el día al pasu la gallina» o «Per Santa Llucía mengua la nueche y crez el día; per Navidá cualuquier burru lo ve ya; y per Añu Nuevu ya lo conoz hasta'l perru». Los días menguarán hasta que vuelva a situarse la vertical sobre el ecuador el 20 de marzo, durante el equinoccio que da paso a la primavera. En este punto, el sol empezará a salir y se ocultará más hacia el noreste, por lo que su recorrido será más largo y habrá más horas de luz, hasta que en el solsticio de verano, el 20 de junio, nos deje el día más largo. El Sol se encuentra más cerca de la Tierra durante los equinoccios y, además, está alineado con el plano ecuatorial terrestre, por lo que debido a la fuerza de atracción gravitacional se dan las mayores mareas del año. En el Cantábrico las oscilaciones entre bajamar y pleamar alcanzan los cinco metros.

¿Por qué hay diferentes estaciones?

La causa de las estaciones, contrariamente a lo que se piensa, no es la órbita elíptica de la Tierra alrededor del Sol, es decir, su proximidad o lejanía de la estrella, sino la inclinación del eje de la Tierra. Además, la órbita terrestre sí que influye en la desigual duración de las estaciones, pues el planeta Tierra en su trayecto alrededor del astro rey va más deprisa cuanto más cerca está de él y gira de forma más lenta conforme se aleja, como ya descubrió Johannes Kepler en el año 1609.

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